por Chema Rodríguez.
Cuando se precipitó al vacío, un instante antes de que su cuerpo impactara contra el suelo, tuvo el tiempo suficiente para darse cuenta de que, quizá, no debería haberse arrojado.
Su razón se nubló de repente, sin darle tiempo a maldecir a los imponderables.
animaos a opinar sobre lo que aqui se escribe, es una pena que esto decaiga. Vamos pequeños cervantitos animaos y escribid
ResponderEliminarQue triste que se diera cuenta cuando ya no había tiempo de reacción... aunque tal vez un ángel le salvo...
ResponderEliminarsiempre es así, uno se da cuenta cuando ya no queda más remedio...
ResponderEliminar