Sin trama y sin final es el título de un pequeño ensayo de Anton Chéjov a propósito del arte de escribir. En este blog se publicarán relatos de menos de doscientas palabras. Quien se atreva podrá mandar su obra a nuestra dirección de correo electrónico: sintramanifinal@gmail.com. Espero que hagamos una buena colección entre muchos.



26.10.11

Delito.

por Chema Rodríguez

Me veo compareciendo ante este extrañísimo tribunal, porque fui sorprendido mientras intentaba cortar uno de los numerosos hilos que unen mi frágil cuerpo de madera a las manos del titiritero, justo en el  momento en que empecé a sospechar que la vida no es más que eso: un teatro de marionetas en el que nos vemos obligados a actuar a voluntad del cómico.


Ahora tengo el deseo  de apartar de mí la idea de provocar un descarrilamiento del tren, pues estoy dándole vueltas a la sospecha de que la vida pueda ser como el ferrocarril, transcurriendo siempre por los mismos raíles, y cuando esto no ocurre, puede ser una catástrofe.


No quiero verme de nuevo en una situación similar, me dan miedo las togas y los birretes.

13.10.11

El sentido de la vida.

por El Zorro Volador.
 - Blog El Zorro Volador -


- ¿¡¡Qué sentido tiene vivir!!? -grité desesperado a un Dios en el que no creía.

Sonó el teléfono. Al día siguiente empezaría a trabajar de enterrador.

19.8.11

Arrepentimiento.

por Chema Rodríguez.

Cuando se precipitó al vacío, un  instante antes de que su cuerpo impactara contra el suelo, tuvo el tiempo suficiente para darse cuenta de que, quizá, no debería haberse arrojado.

Su razón se nubló de repente, sin darle tiempo a maldecir a los imponderables.

5.8.11

La puta invisible.

por Petrarca.

Llamaron y abrí. No había nadie. Era ella. La hice pasar y cerré la puerta. No le pregunté su nombre. Si la había elegido invisible era, entre otras cosas, para no tener que preguntárselo. Fui a ducharme y volví a la habitación. ¿Dónde se encontraba? La cama estaba deshecha. Atravesada de parte a parte, la almohada fingía ser una mujer dormida. Deslicé mis dedos entre sus pliegues y sentí cómo su calor me acariciaba y desaparecía, cómo contactaba con mi piel y moría tras el contacto. No estaba allí. Antes de que se enfriara su recuerdo lo respiré de entre las sábanas y lo absorbí hasta hacerlo mío. Oí su risa detrás de las cortinas. El sol la iluminó y la traspasó, haciendo que el aire adquiriera a través de su cuerpo una nueva forma y proyectara por todas partes las partes de mujer que a ella le faltaban: en el sillón estaban sus pechos, sobre la estantería su vientre, su sexo sobre el televisor... Si la había elegido invisible era, entre otras cosas, para no tener que verla marchar.

15.7.11

Maleta de lona gris.

por J. P. Lázaro.

No puedo ver mi maleta entre la gente que se agolpa alrededor de la cinta número cuatro.(...)

Así que la espero. Una vez más. Los viajeros me permiten acercarme a la cinta según recogen su equipaje. Varias decenas de personas que al poco son unos cuantos espectadores, menos cada vez hasta que sólo quedamos por allí el último de los equipajes y yo. No es mi maleta de lona gris. Es azul. De material rígido. Recorre solitaria el circuito mientras observo la sala, que ha quedado desierta.   Cuando vuelve a pasar a mi lado la tomo. La bajo al suelo y la abro. Hay un bolso dentro. Contiene efectos personales: documentación, dinero, fotos, llaves... Vuelvo a mirar la cinta, que continúa funcionando vacía de transporte. Echo el último vistazo a la sala.

En eso pienso ahora mientras miro a través de la ventana, mientras una mujer reclama mi atención con interés indecoroso, mientras un niño sentado en el suelo llora o, mejor dicho, me llora..., y pienso que alguna vez tuve una maleta de lona gris y pienso que no, que me llamo Javier Pérez Lázaro y que ese es el tipo que debería estar aquí ahora. Y  que no. Que no sé. Nada.

4.7.11

Rayuela.

por José Carlos Iglesias.
 
Conozco el camino hacia el CIELO. Dijo la maga, cerrando los ojos. Y  esa noche todos nos quedamos petrificados, como estatuas de sal. Como desfilan las ánimas del PURGATORIO. Llovía en París, aguacero de absenta y faroles a media luz que proyectaban sobre los adoquines figuras espectrales.  Las esquinas ululaban historias apócrifas sobre los moradores de la bohemia.Todas las sombras se dirigían en tropel al INFIERNO, pues  era el camino más corto hacia el éxito. La maga quiso hacerle una visita a Jim, el más bello y salvaje. Père-Lachaise quedaba lejos de allí, además, Jim aún no  había regresado de su último viaje a las puertas de la percepción.  En ese momento el mundo empequeñeció, y el argentino intentó perseguir el sonido hiriente de un saxo tenor que sonaba a lo lejos.  Los demás seguimos a lo nuestro: embadurnar paredes,  romper folios, beber la vida… Todos menos el ciego, él jamás sería capaz de atravesar la línea de sombra, de avanzar un poco más allá.


14.5.11

Incertidumbre.


por Chema Rodríguez.
 
Acudió a la consulta de psiquiatría profundamente preocupado, casi abatido. Lo que le había ocurrido podía ser síntoma de alguna enfermedad de difícil diagnóstico, y, consecuentemente de complicado, o tal vez imposible tratamiento.

Cuando, dentro de la consulta, el psiquiatra le indujo a que explicase detalladamente los motivos por los que acudía a su consulta, el paciente fue extremadamente escueto:  - “Creo, doctor, que no soy nadie”.

Extrañado el doctor por tan categórica explicación, le invitó a que manifestase los síntomas que le habían llevado a tal conclusión, si se sentía ignorado por los suyos, o si había perdido su autoestima, necesitaba datos para poder diagnosticar lo mas acertadamente posible el caso planteado por su paciente.

 En sus detalladas explicaciones el paciente reconoció no ser consciente de haber perdido el reconocimiento, la estima, ni el respeto de sus familiares, amigos o compañeros de trabajo, pero le había sucedido algo terrible, inexplicable, que fue lo que le hizo sospechar que algo raro e inusual estaba turbando su espítitu: Mientras esperaba a las puertas de un gran almacén el detector infrarrojo de presencias no le había detectado, y la puerta no se había abierto.