por Chema Rodríguez
Me veo compareciendo ante este extrañísimo tribunal, porque fui sorprendido mientras intentaba cortar uno de los numerosos hilos que unen mi frágil cuerpo de madera a las manos del titiritero, justo en el momento en que empecé a sospechar que la vida no es más que eso: un teatro de marionetas en el que nos vemos obligados a actuar a voluntad del cómico.
Ahora tengo el deseo de apartar de mí la idea de provocar un descarrilamiento del tren, pues estoy dándole vueltas a la sospecha de que la vida pueda ser como el ferrocarril, transcurriendo siempre por los mismos raíles, y cuando esto no ocurre, puede ser una catástrofe.
No quiero verme de nuevo en una situación similar, me dan miedo las togas y los birretes.